Estábamos en la azotea del edificio , era de noche , lo recuerdo bien; las luces de todo Santiago daban al momento un aire mágico , incómodamente romántico.

Joel entonces tomó mi mano y se acercó diciendo -Me concedes un último baile , Tamara querida?.

Cómo decirle que no? , sin alcanzar a responder comenzamos a bailar, era nuestro último baile, no sé cuánto tiempo duro, pues la música que comenzó a sonar de alguno de los departamentos que teníamos a nuestros pies era interminable, o por lo menos, así parecía. Estábamos solos, nadie iría a interrumpir aquel momento, de pronto, a mi mente llegaron muchos recuerdos maravillosos, y muchas cosas que habíamos compartido, toda una vida, mal que mal, él era casi mi vida entera; él había sido mi mejor amigo.

Lamento tanto que no lo siga siendo, que el curso de las cosas hayan cambiado nuestras vidas, que no podamos seguir siendo aquellos que eramos y que quisiésemos volver a ser; lamento tanto haber arriesgado todo y que no funcionara, lamento tanto el no haberme dado cuenta de lo necesaria que era su amistad, su apoyo, aquellas cosas que ahora no tengo, que me faltan, aquellas cosas que realmente necesito.

Ese momento habría sido perfecto, si todo estuviera bien entre nosotros, Joel no se daba cuenta, siempre había sido un niño, inocente y temeroso, luchó toda su vida con sus sentimientos, para evitarlos, para evadirlos; yo en cambio, dejaba que estos fluyeran y guiaran mis acciones; yo si me daba cuenta de lo que pasaba, aquello era el fin, se había acabado.

Bailábamos y yo lo observaba, Joel tan feliz al ritmo de la música, disfrutando cada segundo, cada paso que dábamos, bromeando una que otra vez, sonriendo dulcemente de esa forma tan adorable que el solía hacerlo, y esa mirada coqueta que ponía al invitarme a seguir el baile, la cual me era irresistible, debo admitirlo. Lo adoraba, habría ido a cualquier lugar con él si así me lo hubiera pedido, y ahora estábamos ahí, disfrutando nuestro ultimo baile, sin nada mas que decir, sin nada mas que hacer, en un intento desesperado por recuperar esos años dorados que algunas vez llenaron nuestros días, pero que en algún punto no fueron suficientes y nos obligaron a intentar algo mas que no funcionó, que lo arruinó todo.

Terminó el baile y lo siguió un silencio algo incómodo, acompañado de miradas de soslayo. Nos sentamos al borde de la baranda que evitaba nuestra caída y observamos el panorama que teníamos ante nuestros ojos. Una lágrima indiscreta se deslizó por mi mejilla y Joel se apresuro a acariciar mi rostro para secarla, luego su mano rodó por mi espalda abrazándome suavemente, sin decir nada como siempre, nada sucedía.

Ese es el ultimo recuerdo que tengo con él, quizás el que mas me hace daño, nunca mas lo vi, nunca mas supe de él, pero existió; él estaba ahí, él era Joel, el amor de mi vida; Joel, mi mejor amigo.